martes, 25 de enero de 2011

Pobre Muchacho....

No puedo hacer como si no pasara nada al ver por lo que está pasando Kalimba. Que manera tan penosa de echarle a perder la vida a un joven talentoso y por lo que hemos visto muy querido por su publico, sus compañeros y amigos. El escándalo, tan promovido en los medios, provocó que el muchacho fuera juzgado, sentenciado y casi linchado desde antes que llegara al presidio, ahora les dicen Ceresos; impresionante movilización de medios para ver la llegada de un joven en desgracia. Porque es una desgracia lo que le ha pasado, resulte o no culpable, el daño ya está hecho. Antes de que las autoridades iniciaran las averiguaciones del caso, en los medios ya se hicieron juicios sumarios, sacándole provecho y haciendo leña del árbol caído. El señor Loret de Mola, convertido en fiscal de hierro, no entrevistó, más bien, fustigo a Kalimba, y benévolamente le dio una “ultima oportunidad” para que dijera si tuvo o no relaciones sexuales con la revoltosa chica acusadora, que también debe estar pasando lo suyo. ¿Qué clase de periodismo es ese? Si así tratan a los de casa, ¿se imaginan como le habría ido si fuera de la competencia? En cambio, ¿vieron la manera tan educada de entrevistar, ahora si, al tal JJ? hablándole de usted, él, que a secretarios de Estado y Gobernantes los tutea y hasta se lleva de “a cuartos” con algunos. ¿Porque tanta deferencia y diferencia con un delincuente de verdad? Hubiera sido interesante saber de qué artes se valió, aparte de su glamour personal, para conquistar al cuerazo con el que lo apañaron. Lo de Kalimba es una prueba más de lo difícil que resulta en estos tiempos ser figura pública y popular. Las acusaciones por violación dentro del medio artístico, se han vuelto comunes y constantes y aunque en algunos casos han resultado ciertas son más los casos en los que se busca la notoriedad y la extorsión. Son muchas las chicas que luego de un escándalo de esos, las vemos aparecer en la televisión, sacándole provecho a su desprestigio, todo por la fama. También es verdad que a muchos y muchas, la fama les desubica y les hace sentirse intocables, olvidando que con la modernidad, ahora cualquiera te toma una foto con su cel y te mete en un lío. Los tiempos han cambiado, ahora hay que saber con quien y donde te metes. La ambición de algunos suele no tener límite, sin importar el daño que pueden llegar a causar o a causarse. No se trata de defender (Ya tiene quien lo haga) o justificar a Kalimba, ni de satanizarse a la chava, aunque hay muchas razones por las que se podría hacerlo, a ella y a sus padres, pero ¿Quién soy yo, irredento pecador, para ponerme a juzgar a mis semejantes? De lo que se trata es de reflexionar y poner las barbas a remojar y no olvidar ese maldito dicho que se conoce y algunos practican, “Calumnia, que algo queda”. Mi madre decía que, la mentira dura, hasta que la verdad aparece. Esperemos que en este caso, la verdad salga a la luz. Ruego me disculpen por abordar un tema que aparentemente no me incumbe, pero se trata de un compañero de profesión y por supuesto que me importa y me preocupa el grave problema por el que está pasando. Y permítanme contarles que en este momento en el que escribo esto, me llega una desagradable noticia, una triste noticia. El ambiente taurino esta de luto, la fiesta brava entristece y un servidor también. El joven matador de toros, José María Luévano, murió trágicamente en un accidente automovilístico. “La negra Tomasa”, le decía yo y el se reía encantado de la vida. En el poco tiempo que lo traté me mostró su cariño y afabilidad. Un muchacho apasionado de su profesión, valiente y con personalidad propia. Toreo serio, torero verdad, dirían los enterados. Con un futuro abruptamente truncado. En dos semanas se presentaría en la México y acababa de firmar varias fechas para ir a España. Como no lamentar la muerte de alguien a quien admiraba y comenzaba a estimar. Por si fuera poco, hacía cuatro días que había nacido su tercer hijo. La fiesta puede ser en algunas ocasiones un espectáculo trágico, sin embargo, leí por ahí, que han muerto más toreros en las carreteras que en los ruedos. Mis sinceras condolencias a la familia taurina y a la familia Luévano, por tan irreparable pérdida, pero como se dice, el espectáculo tiene que seguir. ¡Que viva la fiesta brava y que viva el teatro! Que en los dos medios predomina el arte.

Mi correo: albertorojaselcaballo@hotmail.com o en Twitter @caballorojas.

2 comentarios:

Para el Adulto Mayor dijo...

Hola Alberto,estoy viendo que casi no publicas,por qué,lo hases muy bien no cortes esta vena periodistica
disculpa mi intromisión.Cariños

www.paraeladultomayor.blogspot.com

Den Evan C. dijo...

Al saber de su partida me puse a buscar algo sobre Ud y apenas me entere que tuvo su blog, y bien redactado. Por lo poco que lei, me parecio una persona centrada y sensible. Quiza lo contrario que uno ve en sus peliculas. Descanze en paz. Resignacion para su familia que lo han sentir tanto.