Me dio gusto recibir un correo de un amable lector de ESTO avecindado en los Estados Unidos, (No me dice en que estado) y me comenta cosas muy agradables de cuando vivía en el DF, sobre todo me dice, lo que más extraño son las noches en que nos íbamos al teatro mi señora y yo a disfrutar de lo que más nos ha gustado siempre. Ya soy un hombre mayor, a mi me tocó todavía aquellos tiempos en que en la capital de mi recordado México había hasta tres teatros de revista. Estuve en la inauguración del teatro Blanquita con Doña Libertad Lamarque, el gran Resortes y algunos otros que se me escapan de la memoria. Por seguir a nuestros hijos que se vinieron a estudiar por acá, dejamos la capital muy a nuestro pesar, pero los hijos son los hijos. Me sigue contando don Agustín, que a su mujer y a el les gustaba mucho la comedia. Éramos fanáticos seguidores de Oscar Pulido, Oscar Ortiz de Pinedo, Emilio Brillas, Varelita y cuando usted apareció, lo apuntamos en nuestra lista y le vimos varias muy buenas comedias que todavía recordamos. Hacían una gran mancuerna usted y la señora Yuyu. También lo recordamos trabajando con Polo Ort.in y Pancho Muller. La comunidad mexicana por acá, (No me dice por donde) es muy numerosa. Le cuento, me dice, que como nunca ha venido una compañía mexicana hasta acá, (No me dice hasta donde) se me ocurrió hacerme productor e intentar traer algunas obras, pero le confieso que al hacer el primer presupuesto, me rajé, así me lo dice, salía demasiado costoso y francamente no tenía ni tengo tanto dinero. A mi mujer se le ocurrió que hiciéramos con los amigos un grupo teatral, solo para darnos gusto y saciar nuestra añoranza al recordar lo bien que la pasábamos en nuestro México, yendo al teatro cada ves que se podía, pero sobre todo nos gustaba asistir a los estrenos o a los centenarios con revelación de placa.
A mi, particularmente me gustaba mucho el teatro de revista, donde también me toco verlo, en el Blanquita. Que pena que ya no existan esos teatros donde se podía ve a diferentes artistas mexicanos y extranjeros. Aquellas monumentales vedettes rodeadas de de las chicas del ballet y los divertidos sckech, con Borolas, Mantequilla, Jasso, Ponpin y Nacho, Susana Cabrera y el que más me gustaba; Palillo. Y aquí me pide don Agustín, que si puedo contar alguna anécdota de don Jesús Martínez, el inolvidable Palillo, de quien tuve el gusto de ser su amigo. Para empezar le cuento que fue un ser humano muy especial, un hombre enamorado de su profesión y como usted, don Agustín, fanático del teatro. Le gustaba ir y pasar desapercibido para disfrutar de la obra que había escogido. También tenía una gran debilidad por asustar a la gente, a sus compañeros, pagaba por que alguien le pegara un susto a quien escogía como victima. A mí, en sierta coacción, en el desaparecido, (Otro más) teatro de
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